martes, 4 de noviembre de 2008

HACE 24 AÑOS QUE LOS TROLEBUSES DE LA LÍNEA "M" FUERON REEMPLAZADOS POR COLECTIVOS, GRACIAS A LA COMPLICIDAD DEL PODER POLÍTICO.


El 4 de noviembre de 1984, a poco de recuperada la Democracia, se ponía fin a la prestación del servicio de trolebuses en la línea “M”, cuyas puntas de línea eran la Av. San Martín y Muñoz, en el Sur, y el Bv. Rondeau y Martín Fierro en el Norte (ya que se había anexado al recorrido de la línea “H”, que tenía como destino esa zona de la ciudad).

Así se interrumpía la circulación de los trolebuses, luego de que adrede se fue debilitando el servicio hasta caer en el total descrédito e inseguridad.
Una escasa cantidad de vehículos ensamblados por la propia empresa concesionaria, Martín Fierro S.R.L., había reemplazado a la flota municipal, superior en cantidad y calidad, aunque –justo es reconocerlo- excedida en su vida útil.
En el ínterin, la empresa había desarrollado un microómnibus a baterías, denominado “Electrobús”, que lo usó como “Caballo de Troya” para convencer al Concejo Municipal de entonces a que la autorizara a reemplazar los trolebuses por dichos vehículos.

El plazo otorgado fue de un año, para poner en marcha los “Electrobuses”, lapso durante el cual circularían colectivos Diesel.
El trámite en el Concejo fue sumarísimo, y ni bien se aprobó, fue promulgado por el Departamento Ejecutivo. Era intendente Horacio Usandizaga.
Sólo se opusieron los concejales Elbio Martínez y Gualberto Venecia, quienes sabían que no se trataba más que de una maniobra para lograr poner tracción gasolera sobre un corredor eléctrico.
Martínez era funcionario municipal cuando se instruyeron actuaciones y auditorias en la Empresa Martín Fierro S.R.L., en las que se comprobó las dificultades técnicas y económicas que la firma padecía.

Lo concreto es que los pocos troles dieron lugar a antiguos colectivos, escasísimos, y algunos otros, pequeños minibuses construidos sobre chasis de camioncitos por la propia empresa.
Ese día 4, debutaron, ante la indiferente mirada del público, que aceptaba esperar más de 20 minutos con tal de viajar en un colectivo y no en “los destartalados troles”.
No tardó la empresa en practicar cortes en la línea aérea para quitar los cruces a 90° con la superviviente línea “K”, y para evitar que los troles por alguna circunstancia volviesen a circular en el corredor Norte-Sur. Enseguida ese tendido se empleó como fuente de insumos para mantener la línea que quedaba en servicio. Se registraron numerosos robos y la empresa jamás efectuó mantenimiento alguno, pese a que la red permanecía a su cargo.

Transcurrió el año concedido por el Concejo y no vinieron los “electrobuses” ni retornaron los trolebuses.
El Concejo entonces, como sanción, quitó la concesión a Martín Fierro S.R.L., pero sólo en la línea “M”, lo cual fue un despropósito legal y administrativo, ya que la firma había resultado concesionaria de toda la red y no de una línea particular.
Como sea, el daño ya estaba consumado.
Poco le importó al Departamento Ejecutivo ésto, ya que convalidaba todas las acciones desplegadas por la concesionaria. Así fue como en 1985 llamó a licitación para cubrir los servicios de la línea M, con un plazo de 15 años, y otorgando prioridad a la empresa que ofertase hacerlo con trolebuses, a sabiendas que ninguna lo haría. La empresa caducada, Martín Fierro S.R.L., cambió su razón social por la de S.A., para poder presentarse en la compulsa, de la que resultó única oferente y consecuentemente, adjudicataria.
Pasaron 24 años desde entonces. Dicen que todos los políticos tienen “un muerto en el placard” (errores ú acciones erróneas cometidas en el pasado). Si así fuese, el ex intendente Usandizaga debería tener un “cementerio” en su guardarropas, ya que en mayo de 1989 (dos días antes de renunciar) firmó el contrato de concesión de Martín Fierro S.A. a cargo de la línea 103 Diesel (sucesora de la “M” de trolebuses), procedimiento administrativo que se había demorado cuatro años por acertadas objeciones provenientes de funcionarios de carrera.

Y si algún lector supone que hubo “algo más” detrás de todo ésto, creo que no está equivocado.
Pero los intendentes que sucedieron a Usandizaga, tampoco repusieron los trolebuses ni revisaron los procesos administrativos que permitieron este despojo a la ciudad.
Esos intendentes, son: Carlos Ramírez (provisional, Unión Cívica Radical); Héctor Cavallero (Partido Socialista Popular); Hermes Binner (Partido Socialista Popular); Miguel Lifschitz (Partido Socialista).

Un cuarto de siglo después, el tendido eléctrico de la “M” se redujo a una mínima expresión y a punto de ser retirado preventivamente ante los robos que arrecian en el verano; los edificios de las subestaciones rectificadoras, cedidos en uso a entidades privadas; los trolebuses de aquella flota, rematados y desguazados; los equipos de las subestaciones, rematados y desguazados por la propia intendencia de Usandizaga, etc. y la lista de daños continúa…
El último intento por tener troles en el corredor Norte-Sur fue abortado hace unos meses por el intendente Lifschitz, y consistía en la importación de coches usados a valor simbólico desde Canadá. Las razones esgrimidas son de índole económico, aunque los reales motivos, quizá nunca los conozca (aunque los sospecho).

Lo importante de este episodio es seguir “horadando la piedra” hasta que algún mandatario valiente y capaz (parece que hasta ahora Rosario no lo tuvo), recapacite y tome la decisión política de recuperar un buen sistema de transporte y reparar un despojo histórico, por el cual no está preso ninguno de sus responsables.
MARIANO CÉSAR ANTENORE

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