En 2009, con el título “Trolebuses por el cambio” (http://trolebusesrosarinos.blogspot.com.ar/2009/12/trolebuses-por-el-cambio.html)
, redactamos una nota señalando la falencia de la línea K de Trolebuses de
Rosario, por no tener cambios de maniobra de línea aérea. La crítica venía a
colación de que por la creciente ola de robos a mano armada en la zona de la
Ciudad Universitaria, los trolebuses no ingresarían más a ese sector, acortando
su recorrido a la esquina de Cerrito y Necochea.
El recorrido abreviado, duró poco: los policías que debían
estar en esa esquina sólo se dieron cita los primeros días. Para los
conductores de los trolebuses resultaba más peligroso bajarse de la máquina
para cambiar las lanzas de línea, que seguir llegando a la Ciudad
Universitaria. En consecuencia, se reanudó el trayecto completo.
Nuestra nota resaltaba que, de haber en esa esquina los
aparatos de maniobra automáticos, los trolebuses podrían girar sin que los
conductores tuviesen que descender.
En este tiempo transcurrido, en dos oportunidades se ha dado
el caso de quedar cerrada la calle Leandro N. Alem a la altura del 1600, por el
hundimiento de la calzada a raíz de la rotura de un caño. Ello obligó antes y
ahora, a que los troles debieran acortarse en su recorrido hasta Mendoza y 1º
de Mayo, y transbordar con ómnibus Diesel de la SEMTUR, para que los pasajeros
continuasen viaje.
La calle permanece cerrada durante una semana
aproximadamente en cada oportunidad, y las maniobras de los trolebuses generan
no pocas irregularidades en los cumplimientos de los horarios con el
consiguiente mal servicio para los pasajeros.
Lo más destacable (para mal) es que los coches eléctricos
toman envión para doblar de Mendoza a 1º de Mayo; para lo cual dos operarios
toman las sogas de las lanzas para descarrilar a éstas justo en el momento del
giro. A ese procedimiento se lo denomina comúnmente “la corrida”.
El agravante es que durante la semana anterior, esta
maniobra se realizó bajo la lluvia. No sólo estuvo presente el riesgo de
accidentes de tránsito; también el peligro eléctrico, ya que los carbones
captadores de corriente se van desgranando y cayendo sobre las sogas, por lo
que éstas, si están mojadas, se pueden convertir en conductoras de
electricidad. No obstante los técnicos estaban equipados con calzado de
seguridad y guantes, pero no por ello el proceso es menos incómodo e
indeseable.
Asimismo, siempre cabe la posibilidad de que una o las dos
lanzas se escapen y provoquen el corte de los hilos de contacto, ocasionando
cortocircuitos, caídas de ménsulas y peligro para transeúntes como para
automovilistas.
Ómnibus y trolebús en el momento del trasbordo.
Hoy un cambio móvil costaría aproximadamente unos $25.000,
según los números que se manejan en la Empresa Provincial de Transporte de
Mendoza. En tanto el cambio rígido de entrada valdría algo menos, por carecer
de los dispositivos móviles. Entendemos
que esas cifras no son descabelladas en modo alguno; y por cierto resultan
mucho menores en comparación con lo que SEMTUR y la Municipalidad de Rosario
deberían pagar en concepto de indemnización por daños y perjuicios en caso en
que se produjese un accidente por esas riesgosas maniobras.
Se trata de cambio de mentalidad, mayor incentivo y
advocación al trabajo, y fundamentalmente, de autoridades que entiendan que el
transporte sustentable pasa –además de mantener una línea eléctrica- por
renovarla, cuidarla y hacerla más eficiente cada día, mediante verdaderas
Políticas de Estado que hoy son asignaturas pendientes.
Con sana envidia comprobamos pues, que la actual gestión de
la querida Empresa Provincial de Transporte de Mendoza, por medio de su
Director-Gerente Dr. Francisco Losada, ha sabido conjurar ciertos males
endémicos y encauzar la situación de la Compañía en un camino hacia la
eficiencia, el crecimiento y la renovación; siendo el Metrotranvía una obra
cabal de la capacidad de quien dirige ese dificilísimo pero no imposible
proceso. En Rosario, desde el más encumbrado directivo hasta el operario de
menor rango, deberían tomar nota de ese ejemplo. Así como estamos, los
pronósticos no son buenos.
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